También se puede reducir el tamaño de la areola si este es excesivamente grande.
La plastia de reducción mamaria está desaconsejada en pacientes alcohólicos, fumadores o con adicción a sustancias estupefacientes; pues en estos casos existe un mayor riesgo de necrosis del tejido tras la intervención.
Nunca debe realizarse una reducción de mamas a pacientes que presenten alguna infección activa en su cuerpo.
En determinados casos, el médico podrá solicitar una mamografía, ecografía, radiografía de la columna u otro examen específico que pueda ayudar al esclarecimiento del diagnóstico.
En caso de realizar la operación con anestesia local, la paciente recibirá un medicamento relajante para calmar los nervios.
No suele ser necesario realizar trasfusiones de sangre durante la operación, en caso de producirse un sangrado excesivo el cirujano puede considerar necesario realizar a la paciente una transfusión.
Tras la operación la paciente deberá permanecer ingresada en la clínica u hospital entre 24 y 48 horas para controlar su evolución.
En intervenciones sobre mamas muy grandes o caídas, puede ser precisa una segunda noche de estancia hospitalaria.
Algunas pacientes acusan alguna molestia hacia las zonas axilares, y las incomodidades causadas por el vendaje adhesivo.
Tras superar este control, el ginecólogo o el traumatólogo derivará a la paciente a la consulta del cirujano plástico, quien se encargará de tomar la decisión y realizar o no la intervención.
Aún superadas todas las barreras y en caso de ser considera como paciente óptima para una mamoplastia vía seguridad social, puede tomar unos tres meses ser llamada a quirófano, ya que una mamoplastia no es considerada como una intervención de urgencia.
De esta forma, se le da a la mama otro soporte, además del cutáneo.