Hasta que apareció la liposucción, el exceso de grasa se trataba extirpándolo junto con la piel (dermolipectomias y abdominoplastias) dejando, en consecuencia, grandes cicatrices.
Actualmente la mayoría de las intervenciones se realizan bajo anestesia local o loco-regional.
Habitualmente la liposucción se lleva a cabo en el abdomen, en las caderas y en los muslos, aunque también puede realizarse en otros lugares como brazos, rodillas, tobillos, papada o rostro.
Se utilizan varias técnicas de liposucción: con jeringa, con ultrasonidos, la fibroliposucción o con la ayuda del láser.
La liposucción ultrasónica es aplicada en tratamientos corporales de lipodistrofias localizadas, celulitis y principalmente postliposucción, para reducir las irregularidades.
Basándose en este principio se desarrollan liposuctores ultrasónicos que realizan una destrucción selectiva de las células, preservando vasos y nervios.
[5] Una vez terminada la liposucción, el paciente podrá volver a sus tareas habituales en un tiempo que dependerá de la operación que se ha realizado y del paciente (este periodo podrá variar entre uno y varios días).
Las complicaciones mayores son la hemorragia que puede causar choque hipovolémico, la trombosis venosa y el subsecuente embolismo pulmonar así como embolismo graso, el edema pulmonar y el infarto cardíaco.