Luis I de Flandes

Tras el encierro que vivió por breve tiempo, logró hacerse reconocer finalmente como conde de Flandes.

Luis de Flandes fue en todos los sentidos un príncipe francés, fiel sobre todo a su soberano de París; se negó rotundamente a la ya tradicional alianza inglesa y se desentendió de la importancia que habían dado sus antecesores a la industria textil del condado, que se veía mucho más beneficiada con Inglaterra como aliada, que con Francia como soberana.

Todos estos hechos seguían acumulándose, hasta que la detención de un importante patriota flamenco llevó a que, escogiendo a Jacob van Artevelde como jefe, los ganteses atacaran la vanguardia del ejército real en la ciudad y tomaran el gobierno efectivo de todo el condado, reanudaran las relaciones con el rey Eduardo III de Inglaterra y obligaran a Luis a huir y refugiarse en la corte de París.

[4]​ Meses antes sus partidarios, enemigos de la alianza con Inglaterra, habían sido asesinado en Gante a Simón van Halen, su cuñado.

Eduardo III enterró su cuerpo en la abadía de Saint-Riquier; más tarde fue llevado a Brujas por su hijo y sucesor Luis II, que le hizo construir un mausoleo en la iglesia de Saint-Donat.