Cuando cumplió trece años emigró hasta La Habana junto a su hermano Celestino, donde se ganarían la vida trabajando en una fábrica de tabaco.
Poco después emigró a Estados Unidos, trabajando en diversos negocios tabaqueros en Florida y Nueva York.
Tras atender sus negocios inmobiliarios en Los Ángeles y ejercer durante un tiempo como médico en San Francisco se mudó a Hawái, donde aceptó la invitación del gobierno hawaiano para trabajar en las leproserías fundadas por el padre Damián de Veuster.
Se costeó de su propio bolsillo un curso intensivo de seis meses sobre bacteriología en la Universidad Johns Hopkins, la primera universidad estadounidense orientada a la investigación, y más tarde fue nombrado superintendente de un hospital en el que se llevaban a cabo tratamientos experimentales contra la lepra.
Algún tiempo después fue nombrado Cónsul Honorario de España en Hawái por el rey Alfonso XIII, cargo que mantuvo cuando se mudó a Los Ángeles, California, en 1903.