En 1887, los miembros del Partido Reformista de Hawái obligaron al Rey a aceptar una nueva constitución que limitaba el poder constitucional del monarca según lo definido por la Constitución de 1864.
La Constitución de 1887, también llamada Constitución Bayoneta por las amenazas utilizadas para asegurar la aprobación del rey, fue promulgada sin aprobación legislativa, dejando al monarca como figura decorativa.
Los líderes del golpe tenían fuertes lazos económicos con los Estados Unidos y querían unirse a ese país, para que Japón no tomara el control del territorio.
El presidente Grover Cleveland, un demócrata opuesto a la expansión estadounidense, envió un investigador que escribió el Informe Blount.
El informe concluyó que el ministro Stevens había manipulado y orquestado la revuelta.