Tenía diez años cuando vio, por primera vez, a la Virgen María en la Cova da Iria, juntamente con sus primos Jacinta y Francisco Marto.
En los primeros años, la Iglesia católica se mostraba escéptica sobre las afirmaciones de los videntes.
Durante algunos años vivió en la Quinta da Formigueira en Frossos, Braga, propiedad del obispo de Leiría.
En 1925 se trasladó a la provincia de Pontevedra, en España, donde fue primero novicia y luego profesó como monja dorotea.
[4][5][6] Durante la Segunda República española, debido al clima anticlerical, se desplazó varios meses a una casa en Rianjo, donde tuvo apariciones en el inmueble donde estuvo y en la capilla de la Virgen de Guadalupe.
Fue en este convento donde escribió dos volúmenes con sus Memorias y los Llamamientos del Mensaje de Fátima.
En mayo del año 2000, regresó a Fátima por última vez para entrevistarse, nuevamente, con Juan Pablo II, y también, ser partícipe de la beatificación de sus primos Francisco y Jacinta Marto.
En aquella ocasión, Juan Pablo II rezó por Sor Lucía y envió al cardenal Tarcisio Bertone para representarle en el funeral.
En dicho texto, la vidente revela por primera vez los hechos ocurridos con las apariciones del ángel de la Paz.
[11] Sorprendidos con los relatos de la Tercera Memoria, José Alves Correia da Silva y Galamba de Oliveira concluyeron que Lucía no había contado todo en las narraciones anteriores y que todavía ocultaba algunas cosas.