Al igual que ocurrió con otras obras de Caravaggio, causó gran polémica, debido a la forma de tratar un tema religioso, lo que obligó al autor a pintar una nueva versión.
Es un tema recurrente en las pinturas de Caravaggio el que lo sublime interrumpa las tareas cotidianas.
La postura de espaldas funciona asimismo como recurso para involucrar más directamente al espectador en la escena.
Este discípulo gesticula extendiendo los brazos en un gesto que desafía la perspectiva, excediendo del marco de referencia.
El cuarto personaje, el posadero contempla la escena interesado, pero sin consciencia, no capta el significado del episodio al que está asistiendo,[2] ya que sólo los discípulos son capaces de reconocerlo por su gesto de bendecir los alimentos.
La Iglesia se opuso fuertemente a esta forma de tratar los temas religiosos.