El rey envió la guardia suiza para evitarlo y ello provocó la sublevación de parte de la población parisina, que en su mayoría apoyaba a la Liga.
[1] Los jefes ligueros se hicieron dueños de la milicia urbana y derrocaron al gobierno municipal.
[1] En esta situación conflictiva se inmiscuyó el rey español, Felipe II, que apoyaba a la Liga Católica.
Estas circunstancias condujeron a que Enrique III cediera ante la Liga Católica.
Cuando se reunieron en diciembre del mismo año, la suerte del principal apoyo de la Liga había cambiado: la Armada Invencible había sido derrotada y Felipe II había abandonado sus sueños de reconquista católica de Europa.
Los Dieciséis se hicieron con la administración de la ciudad y depuraron las grandes instituciones del Estado.
[1] Grandes ciudades del Reino, como Lyon, Bourges, Marsella y Toulouse, tomaron partido por la Liga.