En Los ángeles apaciguan a los cuatro vientos, los elegidos son gente ordinaria con las que el lector podía identificarse.Los artistas anteriores habían confiado en el color para completar el efecto vigoroso; Durero lo consiguió con el blanco y negro.Se representa la escena descrita en el libro del Apocalipsis: cuando el Cordero abre los primeros cuatro sellos de la profecía del Juicio final, salen cabalgando cuatro jinetes, uno tras otro: Semejante movimiento, casi un trueno audible, jamás se había expresado mediante la técnica e imaginación inspirada, no ha sido superado desde entonces.Sin embargo, en el grabado en cobre logró una maestría de modulación en el tono que realmente hace el color superfluo, como en el famoso Adán y Eva (1504).Durero grabó también varios retratos e ilustró tres obras teóricas incluyendo los importantes Cuatro libros sobre la proporción humana (1528).