Los Solidarios

Junto con otros grupos de afinidad similares, consideraban la lucha obrera armada no solo como un elemento defensivo contra la violencia estructural del Estado, sino como el único modo de llevar a cabo la revolución que culminase en la desaparición del mismo, incluso a costa de prescindir de los sectores más moderados del anarcosindicalismo como los liderados por Ángel Pestaña y Salvador Seguí.

Éste surge en torno a 1919, según versiones en la ciudad de San Sebastián, entre activistas vascos y aragoneses que se encontraban trabajando en la construcción del Gran Kursaal.

En cualquiera de los casos, pueden no ser versiones contrapuestas y ser en este momento en que se integran oficialmente al Grupo el propio Pina, Domingo Ascaso y Torres Escartín.

Historiadores como Diego Navarro Bonilla, Abel Paz o César Vidal, aportan versiones dispares de tales hechos.

Hay divergencias también respecto de los primeros "solidarios"; según testimonio de uno de sus principales protagonistas, Aurelio Fernández Sánchez apodado "el Jerez", lo fundarían hombres de gran valía y veteranos en la acción política y las luchas sociales tales como Buenaventura Durruti, Juan García Oliver, Ricardo Sanz García, Antonio Ortiz, Gregorio Jover, Rafael Torres Escartín, Eusebio Brau, Alfonso Miguel Martorell, entre otros y hasta trece, siendo el decimotercero el propio Francisco Ascaso que probablemente aún permanecía en la cárcel al momento de celebrarse la importante reunión fundacional.

Era un grupo mayoritariamente de militantes anarcosindicalistas jóvenes, avezados en las luchas obreras, trabajadores manuales y con inquietudes intelectuales.

Además, la creación del Sindicato Libre patronal, la evolución salvaje del capitalismo en torno a una sociedad todavía con prácticas caciquiles y donde la violencia era una práctica extendida como instrumento en la lucha de clases.

Al mismo tiempo, activistas que se exilian a Francia durante la Dictadura de Primo de Rivera, desertores del servicio militar, etc. se impregnan de ideas anarquistas influenciadas por la corriente del llamado “ilegalismo” desplegando dicho bagaje al regresar a España con la República.

La autoría se atribuyó a Francisco Ascaso y Rafael Torres Escartín, el primero juzgado en rebeldía tras fugarse de la cárcel de Predicadores, y el segundo detenido y tras una larga estancia en la cárcel, liberado en 1931, murió asesinado en 1939 por fuerzas franquistas en el manicomio donde finalmente había sido internado.

Por su parte, las tensiones entre anarquistas y sindicalistas, los reproches y la condena a sus actividades por los círculos confederales, unido al hecho de que muchos de sus integrantes estaban presos o muertos, acabaría poco a poco desintegrando el grueso del grupo de Los Solidarios que, aunque no llegaron a decidir la disolución oficial del Grupo, optó por facilitar el exilio de parte de sus cabecillas tales como Aurelio Fernández, García Oliver, Durruti, Ascaso y otros miembros que huyeron a Francia primero y después a América Latina, donde se les imputan más atracos en México, Chile y Argentina y en torno a los cuales se recrean numerosas anécdotas.

Es en este momento en que Alejandro Ascaso abandona el Grupo definitivamente como militante anarquista para iniciar en Costa Rica otra vida, con otra identidad, sin renunciar a la lucha por la justicia pero desde la dirección de los periódicos La Nación y La Tribuna.

En la ciudad de San Martín, con la colaboración de los famosos militantes argentinos Andrés Vázquez Paredes y Miguel Arcángel Roscigna, atracaron la sucursal del Banco Nación, acción que tendría consecuencias graves a medio plazo, ya que legitimó la solicitud de extradición cursada por el Gobierno Argentino una vez apresados en Francia en 1926.

A estas alturas otros miembros importantes del grupo, García Oliver y Aurelio Fernández, se hallaban en tierras mexicanas huyendo de la difícil situación que se vivía para ellos en Francia.

Se acuerda que participen también Alfonso Miguel, Gregorio Jover y García Oliver.

Mas los españoles abandonan la idea debido a que los italianos carecen de posibilidades de financiar la parte correspondiente a quince mil francos y tampoco les garantizan la huida.

Previendo que el rey Alfonso XIII viajaría a Francia a finales de junio de ese año, se plantean atentar contra su vida el grupo formado por Durruti, Ascaso, Jover, García Oliver y Aurelio Fernández.

Otros dos intentos más para acabar con el rey en esa zona tampoco tuvieron éxito.

La situación vuelve a dar un giro cuando el 28 de abril se autoriza nuevamente la extradición, pero a estas alturas los movimientos de apoyo a los presos españoles habían caldeado el ambiente en las calles del país sudamericano y ya no se veía tan necesario apresurarse en su traslado.

En el caso de Ascaso y Durruti, expulsados finalmente del país francés, se establecerán en Bélgica -país receptor por excelencia de refugiados políticos de diversos países: Rusia, Italia, Hungría, España…- donde afianzaron lazos con sus correligionarios belgas entre los que cabe destacar Leo Campion o el activista Hem Lay.

Mas regularizar su situación y obtener papeles de residencia les resulta imposible, obligándoles a una errancia constante.

Autoridades y burguesía no tardaron en promover una campaña de prensa contra Durruti, Ascaso y Oliver a los que se les calificaba de “auténticos enemigos públicos”.

Los miembros destacados que no habían corrido la misma suerte -Jover, Oliver y Ricardo Sanz- y con apoyo de varias Regionales, plantearon llevar al Comité Nacional del Sindicato, en ese momento con Pestaña como Secretario General, la necesidad de convocar una huelga general.

El Gobierno de Azaña, desencadenó una dura represión sobre los insurrectos e ilegalizó a la CNT a pesar de que ésta desde el primer momento condenó la insurrección en la “Soli”.

Convocados exprofeso a una segunda reunión en que acuden Ascaso, Oliver y Aurelio Fernández, el cisma es patente : Ascaso había sido nombrado secretario general de la CNT en Cataluña y su situación no era fácil.

Debemos incrementar, en la medida de lo posible, el contenido teórico de nuestras actividades, pero sin el “doctrinarismo seco y marchito” que podría destruir, en parte, la gran acción constructiva que nuestros camaradas realizan en la lucha incesante entre los pobres y los ricos.

La “nueva FAI” adoptó el voto por mayorías para la toma de decisiones y ya a mediados del año 34 solo contaba con una media docena de grupos, incluso el propio Peirats y su grupo Afinidad abandonaron la Federación.

Cuando ya el golpe de Estado se presentaba inminente, las organizaciones obreras vieron su oportunidad para llevar a cabo la tan ansiada revolución social.

Antonio Ortiz, al frente de la Columna Sur-Ebro (más tarde conocida como Columna Ortiz) primero, al mando de la 25 División una vez militarizadas las milicias, y ya en el exilio francés fue deportado por el Gobierno de Vichy a Argelia para acabar luchando con honores del lado aliado desde 1942; en 1948 participa en un abortado atentado contra Franco; exiliado en Venezuela hasta su regreso a Barcelona donde muere en 1996.

y finalmente toma, junto a su compañera María Luísa Tejedor -Solidaria como él-, camino del exilio mexicano; al igual que Gregorio Jover, durante la guerra al frente de la Columna que lleva su nombre primero y de la 28 División después, llegando a dirigir el X Cuerpo de Ejército.

[2]​ Formaron parte, entre otros: Existe una canción de homenaje a Los Solidarios compuesta por el escritor "Chicho" Sánchez Ferlosio.