Guarda gran similitud con el «Hombre Lobo», del se cuenta del que era un hombre que «Se volvía lobo con pelos en la cara, en noches de luna llena».
Siendo un vecino normal y corriente para los demás, pero a veces desaparecía en el bosque para convertirse en lobo.
Parece ser que en las comunidades campesinas tradicionales había cierta permisividad con estos licántropos, a los cuales se les consentía robar o matar algún animal que otro («a modo de donación ante un ser desgraciado») para saciar el hambre.
Tras esto, la mujer pudo retomar el camino para contar a su marido lo ocurrido.
[2] Además, podemos encontrar por ejemplo en Albaladejo (Ciudad Real), en las «danzas de las ánimas», en las que se representa a un personaje carnavalesco, el Loberico, cuyas particularidades, símbolos y conductas nos recuerdan a la figura del hombre lobo, con grotesca y original máscara animadora de la fiesta del carnaval.
Cuando a mediados de 1852 se encontraba como segador en Nombela (Toledo).