Licantropía

El término «licantropía» viene del griego antiguo lykánthropos (λυκάνθρωπος): λύκος, lýkos ('lobo') + άνθρωπος, ánthrōpos ('ser humano').

La palabra también se puede utilizar para referirse al acto de transformar a otro humano en lobo.

Existe también una enfermedad mental llamada licantropía, en la cual el paciente cree ser o haberse transformado en un animal, y se comporta de acuerdo a ello.

Aspectos similares se encuentran en la mitología egipcia (véase teriantropía), donde hay seres con características tanto humanas como animales.

No hay línea de demarcación, y esto hace probable que licantropía esté conectada con nagualismo y la creencia en espíritus familiares, más que con palingenesia, como Edward Burnett Tylor discutió, o con totemismo, según lo sugerido por J. F. McLennan.

El carácter involuntario ocasional del ser licántropo es por lo general la única característica que lo distingue.

P'an Hu es representado en varias leyendas de la mitología china como un perro sobrenatural, un perro con cabeza humana, o un can de forma cambiante a humano que se casó con la hija del emperador y fundó al menos una raza.

En África Occidental esta relación, como se dice, es firmada (establecida) mediante la obligación de sangre, y es tan cercana que la muerte del animal hace que el hombre muera y viceversa.

En Melanesia hay una creencia en el "tamaniu" o "atai" que es la contraparte animal de una persona.

Algunos sudamericanos mantienen que el séptimo niño del mismo sexo en la sucesión familiar se convierte en un medio-hombre, o en una media-mujer, y toma la forma de un caballo sin cabeza (o mula sin cabeza), cabra, cerdo, entre otros.

El vârcolac es frecuentemente —mas no exclusivamente— visto como un hombre lobo aunque puede también referirse a demonios, vampiros, duendes o fantasmas; el pricolici es más universalmente una forma de lobo, y de muchos como el strigoi se dice que anteriormente eran humanos no muertos, habiendo resucitado desde su tumba para hacer estragos a los vivos.

Adicionalmente, ambos términos strigoi y moroi son tradicionalmente asociados de manera cercana tanto con pricolici como con vârcolaci, y mientras la ficción moderna hace una clara distinción entre los términos (con strigoi y moroi siendo usados más como una referencia a los vampiros que a la licantropía, y el último refiriéndose más a lo vivo como opuesto a los vampiros no muertos), el viejo folclore no los deja tan fácilmente diferenciables, especialmente con las variantes regionales.

Los herreros o forjadores son acreditados con poderes mágicos en muchas partes del mundo, y su significancia con que los Boudas son trabajadores en hierro y metales similares; en la "Vida de N. Pearce" (Life of N. Pearce) (i.

287) un observador europeo relata una historia de una supuesta transformación que toma lugar en su presencia y casi ante sus mismísimos ojos.

Los animales de los que se toma forma en África incluyen la gacela, cocodrilo, hiena, chacal, león y leopardo.

Para la mayor parte, estas criaturas híbridas son benévolas o por lo menos no malignas.

El angga es la parte intelectual del hombre; su ubicación es desconocida; después de la muerte este va al inframundo, y, a diferencia del "inosa", que, como se cree, es disuelto en sus elementos originales, toma posesión de un cuerpo inmaterial.

Entre los toradjas de Célebes central está la creencia que el hombre interior puede tomar la forma de un gato, jabalí, simio u otro animal, y luego devolverse a la forma humana; este es denominado lamboyo.

la relación exacta del lamboyo con el tanoana no parece estar clara; más abajo puede ser notado que la vista es variable.

Algunos dicen que los licántropos realmente no toman la forma de un animal ellos mismos, pero, como el hechicero, solo envían un mensajero.

El lamboyo ataca preferentemente a individuos solitarios, puesto que no le gusta ser observado.

Cuando la víctima despierta no tiene ni idea de que algo inusual le haya ocurrido.

En otros casos, sin embargo, el lamboyo parece ser análogo al familiar del hechicero.