En 1966, Agnon ganó el Premio Nobel de Literatura por novelas y cuentos que emplean una combinación única de hebreo bíblico, talmúdico y moderno, lo que lo convirtió en el primer escritor hebreo en recibir este premio.
La Mishná (Repetición) es una recopilación sistemática de los preceptos hebreos sobre religión, derecho, agricultura, etc.
[8] Los Midrashim son compilaciones misceláneas sobre leyendas y folclore, que avanza hasta la Edad Media.
Libros litúrgicos, místicos y filosóficos completan la prosa hebrea hasta su extensión por Europa.
La dispersión del pueblo judío tras la caída de Jerusalén hizo propagar para Occidente junto con el islamismo, todo ese bagaje cultural, formándose comunidades israelitas desde donde se manifestaba la literatura tanto en el Norte de África como en Italia y en España.
[9] En España, la literatura hebrea alcanza un esplendor inigualable debido a que: La literatura hebraico-española se inicia bajo el mecenazgo de Ibn Saprut por: En las aljamas de Cataluña se produjo una convergencia estilística entre la poesía árabe y la provenzal.
Las manifestaciones literarias de las comunidades judías del resto de Europa no presentan ni la cohesión ni el volumen equivalentes a la literatura hebraico-española, que tras la expulsión, produjo una profunda mengua en el cultivo literario del hebreo.
Italia es el país que tras España aporta mayor producción literaria en lengua hebrea, en las regiones meridionales: En Roma apareció una escuela poética de carácter religioso donde predomina el sentimiento sobre el arte.
En los siglos XVI y XVII continúa la creación literaria en Italia, aunque abundan más las traducciones de obras extranjeras que la producción propia.
En el siglo XIX comenzaron a escribir en alemán al declinar este movimiento que se mantuvo en Polonia y Rusia.
[13] A principios del siglo XX el tema de mayor expresión es la conciencia nacional israelita, destacando Chajim Nachman Bialik (n. 1873) como poeta representativo.