La revista científica The International Journal of Speech, Language and the Law y la Asociación Internacional de Lingüistas Forenses (IAFL) coinciden en adoptar la definición más amplia de lingüística forense.
Pero es veinte años después que Jan Svartvik inauguró definitivamente esta disciplina en Europa a través del estudio de un caso real.
En las décadas siguientes, se solicitó, en algunas ocasiones aisladas, la participación de lingüistas en Estados Unidos y Canadá.
Esta área parte del análisis del significado de las palabras en textos orales y escritos para abogar por un lenguaje claro y accesible que evite abusos como frases largas, palabras polisémicas o expresiones estereotipadas, retóricas o arcaicas.
Se pretende evitar casos como el de Derek Bentley, ahorcado por una mala interpretación de la frase «Let him have it!», que en inglés se traduce como «darle» o «matar».
En definitiva, una buena traducción o interpretación jurídica debe ir más allá del contenido semántico de las palabras y dar cuenta de cómo están ordenadas, cómo se expresa el contenido y en qué sentido, sin cambiar la variedad lingüística ni añadir un estilo propio.
Por otro lado, utiliza corpus, bases de datos poblacionales y programas informáticos específicos.
En el caso de la acústica forense, la identificación del autor se realiza a través de espectrogramas que reflejan y comparan aspectos como frecuencia, timbre y entonación, entre otros.
Sin embargo, actualmente, se precisan grandes bases de datos para obtener resultados fiables.
En los casos de plagio, se analizan el léxico compartido y hápax, que marcan la coincidencia.
Mª Teresa Turell fue la pionera de la Lingüística Forense en España hasta su muerte, editora del primer libro en español de esta disciplina: Lingüística forense, lengua y derecho: conceptos, métodos y aplicaciones (2005).
Actualmente, la lingüista forense líder en España y en los países de habla hispana es Sheila Queralt, quien es la fundadora y directora del Laboratorio privado de Lingüistas Forenses SQ.
En el campo la Acústica Forense existen laboratorios pertenecientes a la Guardia Civil y Policía Científica.
Una vez que se ha realizado el análisis de la grabación como la detención del delito, el sospecho es sometido a juicio.
En este tipo de casos, el lingüista tiene que observar dos funciones del lenguaje.
Según Hernández, M (2016),[3] el lingüista tiene que considerar cuatro niveles de estudio en la función apelativa: Es uno de los delitos que sucede con mayor frecuencia debido a la sencillez del emisor para ocultar y falsificar su identidad.
Para reconocer el plagio, además se utiliza un análisis estilístico[4] y programas específicos para ello.