La comprensión lectora o lectura comprensiva es la capacidad de entender lo que se lee, tanto en referencia al significado de palabras que forman un texto, y el sentido dentro y fuera del argumento total.
[1] La comprensión lectora es el proceso para elaborar un significado al aprender las ideas relevantes de un texto, es también la definición de un texto y relacionarlas con los conceptos que ya tienen un significado para el lector.
Esta teoría tuvo tanto arraigo que aún hoy día los sistemas escolares basan la enseñanza de lectura en ella.
La Asociación Internacional para la Evaluación del Rendimiento Educativo (IEA), mediante el programa PIRLS (Progress in International Reading Literacy Study) desde 2001 evalúa cada cinco años la comprensión lectora de los niños de nueve años.
[11] Casi todas las investigaciones apuntan a que el alumnado resiliente tiene una personalidad resistente o fortaleza personal[12] y destaca por ser firme en sus ideas, con una visión positiva, que tiene confianza en sí mismo, autocontrol, sentido del humor y autonomía.
[13] Una estrategia es, en un sentido estricto, un procedimiento organizado, formalizado y orientado a la obtención de una meta claramente establecida.
[1] Los lectores se acercan a los textos con propósitos definidos: entretenerse, informarse sobre un tema específico, encontrar placer estético, etc.
Este propósito estará vinculado con el tipo de lectura que realizará.
En esta etapa, entre las estrategias que el lector desplegará aparece la de interpretar las claves del para texto.
Estas relaciones se establecen a partir de los conectores, elementos textuales que guían la interpretación e indican el tipo de relación que el emisor establece entre las proposiciones.
Pueden desempeñar este rol palabras como conjunciones (y, pero, pues, por lo tanto), adverbios (ahora, además, finalmente, luego, después), giros adverbiales (poco después, mientras tanto, nunca más) o fórmulas convencionales como: por el hecho de que, a fin de que, a pesar de que, etc. Algunos conectores indican que la idea fundamental se va desarrollando (son palabras de avance): por eso, asimismo, y, además, también, entonces, más tarde, pues, porque o por consiguiente.
Todo texto se organiza en torno a un tema que le confiere unidad semántica.
Las macroestructuras semánticas son las reconstrucciones teóricas de nociones como «tema o asunto» del discurso.
Los títulos son los resúmenes o macroestructuras más generales que puede formular un autor.
Permite establecer relaciones entre las oraciones e incorporar la información nueva que va apareciendo en el texto.
Denominamos «progresión temática» a esta suma de información que permite distinguir entre la idea central planteada al comienzo del texto, llamada tema y la información nueva que se va agregando sobre el tema, llamada rema.
El concepto de comprensión se refiere a entender, justificar o contener algo.
Es posible comprender un texto de manera literal (centrándose en aquellos datos expuestos de forma explícita), crítica (con juicios fundamentados sobre los valores del texto) o inferencial (leyendo y comprendiendo entre líneas), entre otras.
Supone el nivel de comprensión más cercano a la decodificación por lo que a mejor automatización y fluidez en la decodificación más posibilidades de éxito en la comprensión literal (Hoofman, p. 57, op.
Implica el conocimiento del código escrito de forma ejecutiva, con suficiente fluidez, como para evitar interferencias como el silabeo, pero en sus fases más simples; leer decodificando es la meta fundamental del lector.
Subjetivo · En este subnivel se reorganiza el texto mediante clasificaciones, resúmenes o síntesis.
El individuo es capaz de evocar y representar su propia interpretación del texto, con las limitaciones que pueda conllevar.
El significado del texto va del individuo al texto ya que el bagaje personal y la inteligencia emocional (muy en relación con la función ejecutiva del cerebro, en óptimas condiciones apuntando a la adolescencia), entre otras variables, aportan matices significativos a la experiencia global de la lectura, y es necesario que el lector aporte sus conocimientos a la misma (Neuman, 2012, p. 141).
Este nivel implica no solo un bagaje vital mínimo sino una experiencia sociocultural apta, es decir, tener hábito lector, por ejemplo.
De hecho, la IE se puede entrenar leyendo y viceversa (Caballero, García-Lago, 2010, p. 347).
Este nivel es uno de los puntos clave en el que la comprensión cede su protagonismo a la competencia.
Un ejemplo de metacognición mecánica sería parar a pensar si la palabra «descodificar» existe o la palabra exacta es «decodificar» o investigar el movimiento de los ojos ayuda a identificar dónde y cuándo los lectores consumandos regulan conscientemente su procesamiento de la información, como cuando el retroceso en el texto se hace para volver a leer (Afferbach y Cho, p.75, op.