Esta práctica tiene sus raíces en la tradición medieval de conceder a ciudadanos respetados la libertad de la servidumbre, y aún persiste en países como Estados Unidos, Reino Unido, Irlanda, Australia, Canadá, Sudáfrica y Nueva Zelanda, aunque hoy en día el título de «ciudadano libre» no confiere privilegios especiales.
En algunos países, como Estados Unidos, los residentes y visitantes distinguidos pueden recibir la Llave de la Ciudad, un honor simbólico similar.
Otras ciudades estadounidenses otorgan la ciudadanía honoraria, que suele estar acompañada de un certificado.
La libertad de la ciudad es un antiguo honor concedido a las organizaciones marciales, que les permite el privilegio de marchar hacia la ciudad «con los tambores sonando, los colores ondeando y las bayonetas caladas».
La libertad de la ciudad era un honor que sólo se concedía a las tropas que se habían ganado la confianza de la población local, ya fuera por alguna acción valerosa o simplemente por ser una presencia familiar.
Por ejemplo, en Chester, sólo pueden solicitar la admisión los hijos o nietos de hombres libres.
Durham y Northampton han ampliado sus criterios de admisión a quienes hayan servido como aprendices sin haber sido «vinculados» (formados) directamente por un freeman.
Ahora la Libertad puede obtenerse por servidumbre, por patrimonio, por nominación, o por presentación a través de una Compañía Librea.
Los nuevos freemen se inscriben en una ceremonia en Guildhall, en la que reciben una guía para llevar una vida honorable y un certificado sellado.
Aunque los Freemen han conducido ocasionalmente ovejas por el puente de Londres en ocasiones especiales, estos privilegios son ahora simbólicos.
[4] No obstante, este derecho se ha ejercido, o la ciudad ha concedido permiso, en varias ocasiones en tiempos modernos: York tiene una larga historia de freemen que se remonta al periodo anglosajón, con registros que datan de 1272.
Al igual que en el Reino Unido, el título suele ir acompañado de diversos privilegios antiguos: por ejemplo, los freemen de Dublín tienen derecho a votar en determinadas elecciones, a introducir mercancías para su venta en la ciudad sin aduanas y a pastorear ovejas en terrenos comunes como College Green y St.
[12] En algunas ciudades de los Países Bajos, Bélgica y Alemania, la llave de la ciudad se entrega al llamado «prins carnaval [nl]», que dirige los carnavales que se celebran la semana anterior a Septuagesima.
Según la tradición, el alcalde cesa durante este periodo y el poder se transfiere al príncipe carnaval, que devuelve la llave al final del Martes de Carnaval.