[3] Para las niñas, además de lo que aprendían los varones, se incluía instrucción para bordar, economía doméstica y cocina.
[3] Cada escuela tenía que ponerse bajo la protección de un santo cuya efigie estaba en un altar a donde llegaba y se arrodillaba cada niño todos los días al entrar a la escuela para invocar su protección.
[5] Todo aquel alumno que se distinguía por su capacidad podía ser empleado por el párroco como acólito.
[5] El gobierno estaba facultado a ascender a los que laborabanen las escuelas y si alguien quería abrir una escuela, liceo o colegio particular tenía que recibir la aprobación del ministerio del interior.
Por medio de éste, Guatemala otorgaba la educación del pueblo guatemalteco a las órdenes regulares de la Iglesia Católica definitivamente, se comprometía a respetar las propiedades y los monasterios eclesiásticos, autorizaba el diezmo obligatorio y permitía que los obispos censuraran lo que se publicaba en el país; a cambio de ello, Guatemala recibía gracias para los miembros del ejército, permitía que quienes hubiesen adquirido las propiedades que los liberales habían expropiado a la Iglesia en 1829 las conservaran, percibía impuestos por lo generado por las propiedades de la Iglesia, y tenía el derecho de juzgar con las leyes guatemaltecas a los eclesiásticos que perpetraran crímenes.