En siderurgia, el término lechada (traducción de la palabra francesa "laitier") se usa para denominar a las escorias líquidas que se forman durante la obtención de metales por fusión.
Según el diccionario francés Le Petit Robert, el término se ha utilizado en metalurgia desde al menos 1676.
En cambio, para las demás escorias siderúrgicas, su reutilización rara vez era rentable: se trataba de subproductos sin interés económico.
Esta última cifra era clásica en el siglo XVIII, aunque el contenido de hierro en el mineral superase el 5%.
[SF 1] La lechada permite controlar la composición de la fundición (en particular eliminando el azufre, elemento indeseable, pero también las sustancias alcalinas, que perturban el funcionamiento del alto horno[SF 1][7] y al control del desgaste de los refractarios.
Esta arena se obtiene por enfriamiento brusco en contacto con el agua para fracturarla y vitrificarla.
Para ello, es fundamental gestionar su composición, de modo que sea reactivo.
Los electrodos se distinguen entonces según su revestimiento: Cuando está fundida, la lechada es una solución de óxidos.
[nota 3] Cuando estos óxidos están en fusión, forman complejas cadenas polimerizadas.
La tensión superficial depende poco de la temperatura y aumenta con la acidez.
Sin embargo, generalmente se requiere una trituración secundaria para poder utilizar este material, cuya principal desventaja radica en su relativa heterogeneidad.
[18] En la actualidad se tiende a transformar la lechada de alto horno en un material granulado, o eventualmente cristalizado.
Después de una molienda fina (3500 a 4500 blaines) con secado simultáneo, encuentran sus usos como componente principal o secundario del cemento.
Sin embargo, las restricciones normativas actuales que rigen su comercialización garantizan su seguridad sanitaria y medioambiental.
El ácido fosfórico que contiene se presenta esencialmente en forma de fosfato tetracálcico (4CaO.P2O5): la molienda fina (160 µ) y el paso por una malla (de 630 µ)[20] era suficiente para que la escoria fuese asimilable por la vegetación.
La predicción de Thomas solo se hizo realidad, brevemente, hacia el final del Segunda Guerra Mundial.
[23] Si bien la escoria producida por los convertidores se usa a veces como fertilizante, el abandono de minerales ricos en fósforo, como el denominado minette lorraine, hace que este sector sea menos atractivo.
Este uso está reservado para las lechadas granuladas más puras, es decir,las procedentes de un alto horno.
Sin embargo, los silicatos combinados con cationes metálicos son biológicamente menos reactivos (a excepción del asbesto y el talco).
Las lechadas como tales se consideran no peligrosas, aunque se recomienda el control médico de la función pulmonar (radiografías y/o espirometría) y la revaluación periódica de quienes las manipulan.
Este hormigón con lechada molida produce una capa más resistente a los iones, al agua salada y al fuego, mecánicamente muy resistente y con una huella de carbono más reducida.
En 2019 se ha puesto en el mercado un activador en polvo, que no es alcalino, no retrasa el fraguado y elimina la producción de H2S, pero requiere una máquina especial de proyección (bomba dosificadora asociada a la bomba del hormigón).
Los metales presentes en la escoria u otros contaminantes adsorbidos en esta misma escoria (como dioxinas o furanos) pueden contaminar el aire (emisiones de vapores durante la producción o polvo en suspensión en el aire).
[30] Paradójicamente, determinados yacimientos muy contaminados por escorias metalúrgicas han sido clasificados y protegidos por las raras especies que albergan (algunas especies protegidas, denominadas metalofitas o ''metalresistentes) que conviene conservar porque contribuyen, hasta cierto punto, a la fitoestabilización de los contaminantes que, en su presencia, tienen menos probabilidades de ser movilizados por la erosión eólica o transportados por el agua.