En 1865, el ingeniero francés Pierre-Émile Martin obtuvo una licencia de Siemens y aplicó por primera vez su horno regenerativo para fabricar acero.
[2] El ejemplo más antiguo de acería de solera abierta se encuentra hace unos 2000 años en la cultura del pueblo Haya, en la actual Tanzania,[3] y en Europa en la fragua catalana, inventada en España en el siglo VIII.
Es habitual limitar el término a ciertos procesos siderúrgicos del siglo XIX y posteriores, excluyendo así de su aplicación las floromías (incluida la fragua catalana), las forjas artísticas y los hornos de pudelado.
Este horno funciona a alta temperatura utilizando un precalentamiento regenerativo de combustible y aire para la combustión.
[5] En 1865, el ingeniero francés Pierre-Émile Martin obtuvo una licencia de Siemens y aplicó por primera vez su horno regenerativo para fabricar acero.