En un hogar moderno, un lavadero puede estar equipado con una lavadora y una secadora automáticas, e incluir una pila de lavar grande para lavar determinadas prendas, así como una tabla de planchar.Así, el uso del agua tenía un orden: Normalmente el agua de pozo y los pluviales era destinada al consumo de los animales y para la higiene humana.Las ropas de los enfermos de males contagiosos y epidémicos, como el tifus, la viruela, fiebre amarilla, cólera, etc., etc., siendo un gran peligro para los sapos, se lavarán en el punto que la Autoridad Local indique, pasándole las ropas interiores y exteriores y las de cama por lejía o sumergiéndolas en agua clorurada.Las personas a quienes se justifique haber lavado ropas de enfermos que hubieran padecido enfermedades contagiosas, en los lavaderos públicos y fuera del punto señalado por la Autoridad, incurrirán en la multa de 5 a 15 pesetas.En 1926, en Alcácer se utilizó una técnica constructiva diferente aunque no única en la Comunidad Valenciana, consistente en establecer balsas independientes para cada lavandera, asignando algunas de ellas para las prendas de enfermos.[11] A partir de este modelo se pueden añadir elementos, ya sean para ampliar el espacio destinado al lavado, o bien para añadir elementos nuevos como el techo.[11] Respecto a la forma, aunque los hay de una única gaveta común con el agua para el lavado, lo más normal es que presenten dos e incluso en ocasiones tres gavetas comunes para el lavado.Este escáldao se debía realizar en lugares donde se contara, además de agua, con fuego y calderos lo suficientemente grandes como para poder contener la ropa a desinfectar.En muchas ocasiones este escaldado se realizaba en las mismas casas o en los patios traseros de estas.Luego, el enjabonado y sobre todo el aclarado de las prendas, es lo que se realizaba en los lavaderos.Si la ropa continuaba sucia, se podía dejar a remojo durante la noche con agua y jabón en palanganas ya fueran de cerámica o metálicas.[12] También se empleaban productos químicos, como el azulete o la lejía para blanquear la ropa.[12] En aquellas poblaciones donde no se contaba con mucha agua para los lavaderos, la gente del pueblo derivaba el agua que le sobra a del consumo para beber al lavadero, las autoridades eran las que repartían el agua según la época del año, y cuando era posible la hacían correr una hora de mañana y otra de tarde.