Largoplacismo

El largoplacismo es una postura ética que aboga por la necesidad de mejorar el futuro a largo plazo.

[3]​ En su libro What We Owe the Future, el filósofo William MacAskill define el largoplacismo como «la idea de que ejercer una influencia positiva a largo plazo sobre el futuro es una prioridad moral fundamental de nuestra época».

[5]​ En su libro The Precipice: Existential Risk and the Future of Humanity, el filósofo Toby Ord describe el largoplacismo del modo siguiente: «el largoplacismo [...] se ocupa especialmente de los efectos que a largo plazo tienen nuestras acciones sobre el futuro.

Trabajar para salvaguardar el potencial de la humanidad es un camino para alcanzar un efecto que sea perdurable y también puede haber otros».

[8]​ En el año 2017 fue adoptado por los filósofos William MacAskill y Toby Ord para designar un conjunto de teorías que desarrollan algunas ideas presentes en los trabajos de Derek Parfit, Jonathan Schell, Nick Bostrom y Nick Beckstead, entre otros.

[18]​ Los investigadores que estudian el largoplacismo convienen en que se puede mejorar el futuro lejano de dos formas: «evitando catástrofes permanentes, asegurando con ello que la civilización no se extinga, o cambiando la trayectoria de la civilización, para mejorarla durante todo el tiempo que dure [...] A grandes rasgos, asegurar la supervivencia incrementa la cantidad de la vida futura; los cambios de trayectoria incrementan su calidad».

[21]​ Esta cantidad equivale a un número inferior al 5% de lo que se gasta anualmente en helados sólo en los Estados Unidos, en vista de lo cual Toby Ord propone que «empecemos por gastar más en proteger el futuro de lo que gastamos en helados, y entonces decidamos hacia donde dirigirnos».

[19]​ Pero podría haber otras formas positivas de incidir en el decurso del futuro.

[22]​ Otros investigadores creen que algunos cambios positivos de trayectoria podrían resultar de los esfuerzos por mejorar instituciones como los gobiernos nacionales y los organismos que fomentan las relaciones internacionales.

[26]​ Al contrario, Christopher Leslie Brown, en su libro Moral Capital, llama la atención sobre el hecho de que una revolución moral volvió la esclavitud inaceptable en una época en que aún generaba grandes beneficios económicos.

En su libro Reasons and Persons, Derek Parfit ha señalado que «vivimos en el momento crucial de la historia».

[4]​: 28 Sólo en épocas relativamente recientes se han descubierto medios con los que es posible ejercer una influencia deliberada sobre el futuro a largo plazo.

[21]​ Por otro lado, los progresos hechos en las ciencias físicas y sociales han otorgado a la humanidad la habilidad de predecir con mayor precisión algunos de los efectos que a largo plazo tienen nuestras acciones.

Viéndolo así, es posible que nuestros deberes respecto de las generaciones futuras tengan su fundamento en el trabajo que nuestros ancestros hicieron cuando las generaciones futuras éramos nosotros.En su libro What We Owe the Future, William MacAskill examina cómo es posible dar forma al curso de la historia.

[4]​: 32  MacAskill también reconoce la incertidumbre, tanto moral como empírica, que en general impregna al largoplacismo e indica algunas recomendaciones que pueden guiar los intentos de mejorar el futuro a largo plazo: llevar a cabo acciones que sean buenas en múltiples posibles escenarios (como promover tecnologías limpias), elegir vías de acción que abarquen la mayor cantidad de opciones (por ejemplo, la mayor diversidad de culturas), fomentar un mejor entendimiento del futuro, evitar los daños colaterales, etc.[4]​ La ética de la población desempeña un papel importante en el pensamiento largoplacista.

[3]​ Adoptar esta perspectiva da fuerza a los argumentos en favor del largoplacismo, porque la circunstancia de que pueda haber un número enorme de gente en el futuro implica que haya un valor extraordinario en todo aquello que pueda mejorar estas vidas o, sobre todo, hacerlas posibles.

[6]​: 241–245 Andreas Mogensen, por el contrario, afirma que un índice positivo de pura preferencia temporal

[38]​ Otra objeción señala que el largoplacismo tiende a aceptar apuestas con bajas probabilidades y enormes ganancias, en lugar de aceptar apuestas más seguras con ganancias moderadas (siempre que el valor esperado sea mayor).

[39]​[40]​ Desde una perspectiva largoplacista, parece que si la probabilidad de un riesgo existencial es muy baja, pero el valor del futuro es extremadamente alto, entonces conviene trabajar para reducir el riesgo, aunque sea ínfimamente, porque el valor esperado sería alto.