La montaña mágica (Der Zauberberg, en el original alemán) es una novela de Thomas Mann que se publicó en 1924.
Aunque cuenta con una buena posición económica gracias a la herencia familiar, sus rentas no bastan para vivir sin trabajar, por lo que estudió una carrera.
[15] Settembrini lo niega vehementemente, exponiendo su punto de vista, según el cual la idea expuesta por Castorp es, en sí misma, enfermiza y oscurantista.
Durante este período, Castorp empieza también a sentirse interesado por Clawdia Chauchat, que ya el primer día le había llamado la atención por sus ruidosos portazos.
Castorp, por lo tanto, deberá permanecer en el Sanatorio Internacional Berghof por un período no precisado, pero que se supone será bastante largo.
Ocho días después, se le hace una radiografía, que confirma el diagnóstico inicial de Behrens.
Secundado por su primo Joachim, acude al lecho mortuorio de varios enfermos desahuciados, intentado hacerles más agradables sus últimos momentos.
[28] Settembrini se opone rotundamente a esta nueva «afición» del protagonista,[29] en general muy bien recibida por los destinatarios de sus atenciones.
Durante cierto tiempo se interrumpe la relación entre Castorp y Settembrini, ya que este último está decepcionado por el comportamiento del joven con respecto a madame Chauchat.
El ser humano es más noble que las contradicciones, porque estas solo existen a través suyo, por eso es su señor.
Settembrini, sin embargo, dispara intencionadamente al aire; Naphta, despechado, vuelve la pistola contra sí mismo y se suicida.
Como presagio de su próxima muerte (que no llega a narrarse) está tarareando Der Lindenbaum.
[100] Su admirado maestro, Carducci, ha escrito incluso un himno a Lucifer, otro «portador de la luz», al que llama la forza vindice della ragione.
Por este motivo se piensa que en gran medida, las ideas expresadas por Settembrini son las del propio autor, especialmente en los últimos capítulos de la novela.
Durante algún tiempo, Castorp parece dudar entre uno y otro, pero finalmente —sobre todo a partir del episodio «Nieve», en el capítulo VI—, termina por decantarse por Settembrini.
Como posibles modelos del personaje se ha citado a Georg Lukács,[105] León Trotski, e incluso Friedrich Nietzsche.
Clawdia Chauchat es el único personaje femenino verdaderamente relevante de la obra y encarna en la novela la atracción erótica.
Su decisión tiene un final trágico, ya que, a pesar de sus éxitos en el ejército, debe regresar al Sanatorio Berghof y muere poco después.
Sin embargo, al contrario que en el Bildungsroman clásico, la «educación» en la montaña mágica no convierte a Hans Castorp en un burgués diligente y seguro de sí mismo.
Su atmósfera debería ser esa «una mezcla de muerte y diversión» que Mann había conocido en el sanatorio cuando visitó allí a su mujer.
Frente al experimentado escritor Gustav von Aschenbach se sitúa un joven ingeniero sin experiencia vital.
Behrens, haciendo un juego de palabras con el apellido del protagonista, compara a los primos con los Dioscuros, Cástor y Pólux.
Casi todos los protagonistas sufren, en diversos grados, de tuberculosis, lo que domina el ritmo diario, los pensamientos y las conversaciones («Sociedad Medio Pulmón»).
En este sentido, su publicación se produjo muy poco tiempo después de un importante viraje en las ideas políticas del autor, hasta entonces defensor del Imperio Alemán, al contrario que su hermano Heinrich, y que solo desde 1922 se pronunció públicamente como favorable a la República de Weimar.
La democracia occidental está encarnada en la novela en el personaje de Settembrini, en tanto que Naphta refleja la tentación autoritaria.
Solamente en una ocasión se atrevió a hablar directamente con Hippe, para pedirle prestado un lápiz, e intercambió con él unas pocas frases.
Como es frecuente en la obra de Thomas Mann —por ejemplo en Los Buddenbrook o en Doktor Faustus—, la música tiene en la novela un papel muy destacado.
[139] Como una alusión a su muerte inminente, al final de la novela Castorp es presentado tarareando este tema mientras combate en una batalla.
Los nazis vituperaban La montaña mágica como «elogio de la decadencia» y difamación del «heroísmo militar» que propagaban.
[141] Esta versión fue reeditada en muchas ocasiones,[142] y se difundió ampliamente por todos los países de lengua española.