La casa al final de la calle

Doña Eva siempre fue famosa por su gran belleza, la cual, misteriosamente, ni la vejez pudo borrar.

Obsesionada con conservarla, Eva alejó a sus nietas para que no las asociaran con el estereotipo de la abuela.

Ahí, las hermanas Altamirano se encuentran con varias sorpresas desagradables, sobre todo porque las amistades de su abuela insisten en contarles rumores sobre su muerte.

Leonor y Teresa se instalan en la mansión encantada de su abuela, la cual deben compartir con César, de quien Leonor se enamorará.

Su trabajo de detectives desentierra horribles y peculiares secretos.