Alrededor de 1910 Francisco M. Conde adquirió la factoría, posteriormente en 1934 fue comprada por la familia Barbaroux, que se mantuvo hasta 1960.
Miguel Barbaroux fue el último propietario de la fábrica y la cedió a los obreros como saldo finiquito del pasivo laboral que la empresa tuvo con ellos.
En esta época se agregó al conjunto el templo católico -con una fisonomía distinta a la actual- y un núcleo de habitaciones para trabajadores, con el caserío rodeando una gran explanada al frente del conjunto.
Comprende el periodo entre la venta de la fábrica a Francisco M. Conde en 1906 y su cierre en 1986.
Entre todos los elementos que dan valor al conjunto destaca la esencia de La Constancia Mexicana en todas sus etapas de desarrollo; esto es, la manera en que la corriente del río Atoyac y el afluente de San Jerónimo fueron aprovechados para producir harina en el siglo XVI, hilos y telas en los siglos XIX y XX.