[6][7][nota 1] En agosto y septiembre y tras recabar pruebas de la intromisión alemana en los asuntos internos austriacos, Schuschnigg solicitó a las tres potencias la formación de la ansiada liga que debía proteger a su país, al tiempo que rechazaba la propuesta italiana de un pacto bilateral al que luego pudiesen unirse las otras dos potencias.[14][15] Checoslovaquia y Yugoslavia se mostraban contrarias al plan austriaco, Francia respaldaba la posición de estos aliados suyos e Italia se mostró hostil a tener en cuenta los intereses de la Pequeña Entente: el plan del canciller austriaco fracasó.[16] Por otro lado, las negociaciones internas con los adversarios del régimen, fundamentalmente los pangermanos y nacionalsocialistas moderados, fracasaron en noviembre.[19][20] Schuschnigg visitó Londres y París el mismo mes con la esperanza de reforzar el bloque proaustriaco.[23] En febrero, el Reino Unido se unió con tibieza a la declaración franco-italiana en favor de la independencia austriaca.[29] Francia desoyó los ruegos austriacos e Italia, enfrascada en el conflicto africano fue acercándose paulatinamente a Alemania.[45] En abril de 1937, Mussolini indicó que el apoyo a la independencia austriaca ya no sería militar, sino político, mediante la utilización del Eje.[47] Dadas las importantes relaciones comerciales entre Hungría, Italia, Yugoslavia y Alemania, Austria sólo podía contar con el apoyo checoslovaco contra los alemanes, pero las diferencias entre la autoritaria Austria y la democrática Checoslovaquia descartaban esta posibilidad: el gobierno austriaco se encontraba más aislado internacionalmente que nunca ante el peligro de anexión alemana.[48] El tardío interés francés en reforzar la posición de Schuschnigg en la primavera de 1937 chocó con la negativa británica a participar en los problemas centroeuropeos: sin la participación británica, Francia no se atrevió a comprometerse con el Gobierno vienés.[49] Durante el verano, se intensificó el hostigamiento nazi al Gobierno austriaco, que contaba cada vez con menor apoyo italiano.[58] Aquel sólo logró la aceptación de las condiciones pactadas anteriormente en Viena por Schuschnigg y Seyß-Inquart, siendo el resto rechazadas.[60] En febrero de 1938, el canciller solicitó infructuosamente el auxilio británico e italiano ante la inminente agresión alemana.Roma, contraria a todo enfrentamiento con Berlín, condenó el proyecto del canciller austriaco.Al mismo tiempo, Hitler dio carta blanca a los dirigentes nazis austriacos para tomar las medidas que considerasen oportunas contra la celebración de la votación[68] y ordenó a Seyß-Inquart exigir al canciller austriaco el retraso del plebiscito y un cambio en su planteamiento que permitiese la victoria de los nacionalsocialistas.[68] Los partidarios del nacionalsocialismo (nazis) austríaco se echaron a la calle en Viena, Linz, Graz y Klagenfurt, procurando la necesaria presión sobre el canciller para que aceptase las reivindicaciones de Seyß-Inquart.[68] El partido socialista austríaco se colocó al lado de Schuschnigg por oposición a la anexión alemana.[64] Inmediatamente después del Anschluss, Schuschnigg estuvo bajo arresto domiciliario hasta el 28 de mayo.Durante esos catorce días, la Gestapo se encargó de evitar que durmiese.Schuschnigg pasó los siguientes diecisiete meses en confinamiento solitario en una habitación del quinto piso, donde fue sometido a toda clase de humillaciones.[74] La Gestapo lo obligó continuamente a limpiar las letrinas de las SS utilizando su toalla personal.Posteriormente Schuschnigg escribiría un libro sobre sus experiencias en estos sombríos campos, que sería publicado en 1946 bajo el nombre de Réquiem austríaco.Con la guerra perdida, el gobierno alemán ordenó la ejecución de diversos presos políticos, entre los que se encontraba Schuschnigg y su esposa.No obstante, el 4 de mayo, fuerzas norteamericanas rodearon el hotel donde estaba recluido y se evitó su ejecución.
Entrada triunfal de
Hitler
en
Viena
, 15 de marzo de 1938, tras la renuncia de Schuschnigg.