Kuélap

Se estima que su construcción debió iniciarse hacia el siglo XI, coincidiendo con el periodo de florecimiento de la cultura Chachapoyas, y su ocupación debió culminar hacia mitades del siglo XVI.Sin embargo, el 31 de enero del año referido, al realizar una diligencia en la zona, Juan Crisóstomo Nieto, juez de Chachapoyas, pudo admirar su grandeza guiado por lugareños que ya conocían el sitio arqueológico.En torno al edificio se han encontrado diversas entierros humanos y ofrendas que proceden desde la costa norte, como desde la sierra de Ayacucho en el sur y Cajamarca en la sierra norte.En esta plataforma debió residir el personaje que tuvo bajo su responsabilidad el funcionamiento del templo.En el centro de esta plataforma hubo un osario semejante al que se registró en la parte superior y central del Templo Mayor.En el extremo sur de este sector, se ubica una estructura cuadrangular muy destruida, que contenía numerosos entierros humanos primarios y secundarios.Es el más grande del sitio, es de forma rectangular y ha sido propuesta su función como Callanca, un edificio que servía durante la época inca para propósitos ceremoniales bajo techo, pero también como hospedaje para viajeros o invitados.Considerando su carácter monumental, es indudable que debió desempeñar un papel protagónico en el pasado de la cultura chachapoyas.Al dilatarse la gran plataforma, las piedras de las murallas que la revisten van desprendiéndose.Le atribuyeron, probablemente por analogía, el mismo papel que desempeñaron los burgos en la Europa medieval.Pero esta posibilidad no necesariamente anula otras interpretaciones, acaso de mayor trascendencia.Así, teniendo en cuenta la función desempeñada por la arquitectura monumental en el pasado arqueológico peruano en general, la cual estuvo relacionada con las necesidades socioeconómicas motivadas por el medio, puede concluirse que Kuélap pudo básicamente ser un santuario precolombino en el que residía una poderosa aristocracia cuya misión primaria era administrar la producción de los alimentos, recurriendo para ello al mando y a prácticas mágicas, a fin de contar con la colaboración de los poderes sobrenaturales que gobernaban los fenómenos atmosféricos, que, de no ser bien honrados, podían hacer llover en exceso o azotar a los hombres con sequías que pudieran hacer peligrar su existencia.
Fachada de la fortaleza de Kuélap.
Frisos en piedra.
Una de las tres entradas estrechas a la fortaleza.
El Tintero.
Vista de Kuélap.