Los Köktürk (proto-turco: 𐱅𐰇𐰼𐰰:𐰜𐰇𐰛; chino tradicional: 突厥; pinyin: tújué; Wade-Giles: t’ou-kiue;[1] reconstrucción del chino medio: *duət̚-kʉɐt̚), señalados también en ocasiones como göktürk, fueron una confederación de pueblos nómadas diseminados a lo largo de las estepas orientales y el noroeste del Asia Central, que constituyeron un poderoso Estado denominado jaganato Gökturk.
Aunque su nombre ancestral puede aparecer bajo el término "türk" (𐱅𐰇𐰼𐰰), con su ascensión y consolidación, la confederación nómada tomaría la nomenclatura "göktürk", traducida como Turcos Celestiales basada con total seguridad en una adherencia firme e irresoluble al mandato de su único dios: Tengri, el «Dios-Cielo».
Este mandato, legitimado por su propia aura como elegido celestial, es un elemento visible ya en otras dinastías nómadas anteriores a los göktürk, mantenida de hecho en su momento y hasta la máxima extensión por los propios rouran, siendo los göktürk tan solo otra confederación más en perpetuar esta larga y dilatada tradición.
Esta fuerte expansión, que no se había producido de nuevo desde la eclosión escita (siglo IV a.C.
Si seguimos la vertiente esgrimida por algunos académicos, indudablemente la primera parte del mito corresponde a un arco indoeuropeo.
En el mito wusun, una vez más un niño es salvado del ataque destructivo de una tribu enemiga, permaneciendo criado en todo momento por una loba y un cuervo.
Una lengua prestigiosa, demostrada por los restos y fragmentos legados a lo largo de la cuenca del Tarim en esta época.
Tras la victoria, los dos teóricos aliados se repartieron lo que sería después el Turquestán ruso, junto con la estratégica y codiciada región de Sogdia, sin embargo no pasaría mucho tiempo sin que se enfrentasen ambas partes, empujados el control directo sobre toda la región de la Transoxiana.
El distanciamiento hacia la sagrada figura del Jagan se pronunciaría aún más con la conversión de su hermano y sucesor, Ϊšbara (581–587).
A la larga, ésta sería la clave de la caída del poder köktürk, tal y como ya había pasado con los propios róurán.
Una derrota que sin embargo no salvó de la fractura definitiva al propio estado, ya que Tarduš, aun siendo al mismo tiempo derrotado en sus aspiraciones del control absoluto de las estepas, logró mantener el poder en su centro neurálgico de mandato (estepas centrales) e instauró al mismo tiempo una verdadera dinastía legitimidad por el poder que le otorgaba su propia pertenencia a la xìng Āshǐnà.
Esta opulencia y poder fue ya confirmada con la visita realizada por el peregrino chino Xuanzang, con quien mantuvo audiencia en Tian Shan.
Usando esta fuerza motriz nada desdeñable, Elter conseguirá alzarse contra el estado Tang, acompañado de grandes e insignes figuras köktürk, como la del famoso Tonyuquq (𐱃𐰆𐰪𐰸𐰸).
Ataques que resultarían a la postre, fatales, contando con la presencia de un Húangdì (皇帝) débil, como lo era Lǐ Zhì (李治).
La muerte del Jagan soberano fue sin embargo, traumática: aún con todos sus logros, llegaría a ser envenenado por uno de sus servidores, señalado en las fuentes chinas como Méilùchuài (梅錄啜).
Sería tras la muerte del señalado Āshǐnà Gǔduō (阿史那骨咄) en el 742, cuando se suceda la última pugna por el poder del Jaganato, que se saldaría con la usurpación de hasta dos aspirantes al trono, hasta ya el tercer y último Jagan autoproclamado: Kulun Beg, el cual acabaría fallecieron hacia el 744, presa de un ataque uigur.
Para alcanzar este grado, en determinado momento estos hombres debían iniciar un camino de iniciación que partía generalmente desde una cacería (siguiendo así el rito nómada ancestral), una batalla o refriega que pudiera así poner su valía personal a los ojos de su familia y sus líderes o bien incluso tras llevar a cabo una hazaña concreta.
Tras consumir la conversión, cada hombre recibía su er aty; es decir, un sobrenombre por el que se lo identificaría durante toda su vida.
Asimismo este estilo personal e identitario nómada llegaría incluso a ser continuado por los uigur, lo que confirma en parte una costumbre estética claramente arraigada (aún en época mongola seguirían alzándose estelas de guerreros con esta estética, perpetuadas en la expansión cumana hacia las estepas occidentales en el siglo XIII).
Al igual que el calzado, cumplían una clara función amortiguadora para el cuerpo frente a las temperaturas extremas del norte, siendo en múltiples ocasiones tachadas de simples y poco estéticas por diferentes fuentes chinas, ya desde Sima Qian.
Algunos de estos textos fueron traducidos por primera vez a una lengua occidental por sinólogos pioneros como Émmanuel-Édouard Chavanne (1865-1919) o Stanislas Aignan Julien (1797-1873).
Estas traducciones, aun siendo relevantes por la información aportada en una época trascendental de la historia china, junto a las descripciones ya analizadas en su momento por los primeros avances y expansiones realizadas por los köktürk que traería un cambio trascendental en la historia esteparia, convienen ser siempre analizadas con suma cautela, habida cuenta la escasez de los fragmentos traducidos y la antigüedad de estos estudios que en múltiples ocasiones caen en ciertos anacronismos y excesiva comparativa con la historia occidental del medievo europeo.
Una mujer que había perdido a su marido, sin recursos y sin posibilidad alguna de medrar por sí sola en una sociedad en gran medida patriarcal, la condenaba inequívocamente a un trágico final, si no era mantenida en última instancia por la familia de su fallecido esposo.
La galactofagia practicada pues, es una costumbre heredada durante generaciones y mantenida por distintos grupos esteparios desde el extremo más occidental del continente, hasta la región de Manchuria.
Costumbre que continuó con los köktürk y los mongoles, aunque cabe señalar un matiz diferenciador a la hora de hablar del caso kóktürk: en esta ocasión sería ya la primera vez en la que observamos la ingesta del qimiz como un ritual y ceremonia característica en las representaciones de sus balbal.
Una colocación esta última que tampoco surge como un aspecto genuino köktürk: desde la época Hàn, las fuentes dinásticas chinas la adscriben indistintamente a las diferentes confederaciones extendidas a lo largo de la estepa oriental, lo que nos confirma un adoración y continuidad nómada al este, pasando por ser el punto cardinal más regio y noble de todos.
Se desconoce sin embargo si esta costumbre llegó a perdurar entre todos los líderes kökturk hasta las primeras crisis dinásticas, la conquista Tang y las convulsiones realizadas por otras ramas insurrectas.
Esta sentencia ha hecho que algunos turcólogos, como Jean-Paul Roux, contemplen dicho testimonio como la permanencia de una ceremonia estatal al ascenso del Jagan, que en última instancia si bien no certifica el rito ceremonial señalado anteriormente, sí nos señala cierta ceremonia de ascensión del soberano sobre el fieltro hasta elevarlo al cielo, lo que la asemeja en su ejemplo a la costumbre celto-germánica del levantamiento sobre el escudo, practicada también entre los isaurios.
Al mismo tiempo, numerosos académicos han descubierto una relación clara en torno a la colocación de las piedras en torno a la tumba en los que se levantan monumentos pétreos: existe una cierta relación entre el número de piedras alojadas en la tumba, hacia los enemigos abatidos por el difunto.
La traducción desde el ruso contiene muchos errores y ciertas ideas erróneas o poco contrastadas, aunque puede brindar cierta información complementaria en la temática.