Díaz de Vivar pertenecía a una familia del patriciado correntino.
Durante la década de 1920 se alineó con la facción antipersonalista del partido, que en su distrito era comandada por Hortensio Quijano.
Aunque era partidario de reunificar a las facciones radicales (en ese momento se dividían entre personalistas y antipersonalistas), en 1930 aceptó presentarse a elecciones para retener su banca de diputado nacional como candidato de una alianza entre su grupo político y el Partido Autonomista local.
En efecto, en su libro el autor presenta a Rosas como un hombre que controló el caos político, atendió las necesidades de las masas y defendió la soberanía nacional ante las agresiones de los enemigos internos y externos, lo que lo llevó a ejercer el poder con un sentido práctico, apartando por momentos de sus decisiones a la doctrina federal que decía encarnar.
Fue padre del abogado y político Joaquín Díaz de Vivar.