Julia Codesido

Durante su estadía en Europa, que coincidió con la denominada "Belle Époque", Julia Codesido tuvo sus primeras inclinaciones por el arte.

Al ingresar a la ENBA, Julia Codesido formó un quinteto con Teresa Carvallo, Elena Izcue (pintura), Carmen Saco (escultura) y Beatriz Neumann (fotografía artística) representativo del brote artístico de las primeras mujeres que ingresarían y que formarían parte de la naciente Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA).

Por consejo del muralista mexicano José Clemente Orozco, en 1936 expuso en Nueva York, en la galería Delphic Studios.

Este museo comprendía dos campos de estudio: el Instituto de Arte Peruano a cargo del mismo Sabogal, quien se preocupó por impulsar los estudios sobre el arte popular peruano, iniciando una colección de piezas de diversas regiones del Perú junto a sus discípulos Julia Codesido; Ángela, Carlota y Teresa Carvallo; Alicia Bustamante; Enrique Camino Brent y Camilo Blas, integrantes del "grupo indigenista", y también Luisa Castañeda.

La obra plástica de Julia Codesido se puede resumir en tres etapas: la primera, que abarca los años 1919 hasta 1924, comprende formación académica en la Escuela Nacional de Bellas Artes dirigida por Daniel Hernández, aquí vemos sus primeros trabajos de marcada tendencia naturalista, como por ejemplo los diversos desnudos y retratos, que si bien mantiene la tendencia naturalista, se vislumbra el estilo propio que irá desarrollando a lo largo de su carrera.

A esta etapa pertenecen las obras: India con Aribalo, Santusa, Morena limeña, Las tapadas y los grabados donde se constata la marcada influencia de Sabogal.

A mediados de la década de los sesenta, la artista confesaría que su pintura estaba conducida por una modalidad expresionista, siempre tratando de lograr el mayor sintetismo, ya que, a decir de la autora, todo lo más simple y lo más sencillo lleva la mayor expresión, y que la expresión junto a la proporción, dan mayor equilibrio y profundidad.

No persiguió notoriedad ni hizo concesiones al ambiente que la rodeaba, destacando la humildad como un terreno de gran potencial constructivo.