Su cercanía muy temprana y apoyo económico durante la intervención francesa al comandante de Tehuantepec Porfirio Díaz, quien años después sería el presidente de la República Mexicana, la colocaría en un lugar privilegiado durante el Porfiriato.
A esta legendaria mujer tehuana, Juana Cata, se le atribuyó una relación con el presidente, el general Porfirio Díaz Mori.
De aquella bella mujer quedó grabado el recuerdo en Don Porfirio hasta su llegada a la silla presidencial, y, como todo buen caballero, respondió a aquella ayuda.
A la edad de 19 años, conoció a los dos hombres de su vida: el comandante liberal Porfirio Díaz Mori y el cabo Remigio Toledo, militar tehuano de San Blas, quien años más tarde se pasó a las filas del conservadurismo y del imperialismo francés.
Don Porfirio, quien ya era presidente de la república mexicana, no dudó en recibirla y cumplió así sus pedimentos.
También le atravesó, entre otras cosas, la vía férrea por la ciudad y en esa casa única en todo el estado era una parada oficial que este hombre realizaba durante sus visitas presidenciales.
Era una mujer bella, digna, inteligente, trabajafdora y piel bronceada, nadie podrá saber qué tenía aquella mujerona que atraía a través del viento al presidente hasta su humilde imperio.
Aquel personaje por todos conocido ingresaba a la casa mientras los criados cerraban las pesadas rejas de hierro forjado.
Pocas mujeres podrán darse el lujo de tener un amigo especial y conocido como ella lo sostenía.
Sin embargo, Juana Catalina era una mujer que consiguió mucho beneficio para su pueblo y para la república mexicana; la gente se inventaba chismerio sobre ellos dos pero la gente que la conocía lo negaba y la describía como una mujer independiente, bella y fuerte, que no tenía necesidad.
Una vez concretada esta compra, el inmueble se destinará a la exhibición pública para que propios y extraños conozcan dicho monumento histórico.