En ese momento la edad mínima para ordenarse era de 25 años, por lo que debió nacer hacia 1737 o poco antes.
Solo se presentaron dos aspirantes: Francisco Delgado Montero y Juan Domingo Vidal.
Se informó al Duque, que el 24 de mayo aceptaba a Valdivia, «[y] sin que sirba de exemplar el no haberme propuesto dos personas segun costumbre por no hallar otros opositores a proposito».
[2] Su estancia en Olivares transcurrió sin grandes sobresaltos y su nombre no aparece muy a menudo en las actas.
Esta parte de la ceremonia, en la que se leían los estatutos, fue finalizada cuatro días más tarde.
Una vez superado el asunto, el mayor problema de la capilla era la financiación.
En 1770 el cabildo le recordó al maestro que debía adaptarse a las circunstancias de la capilla de música, «con arreglo a las vozes que tiene en la Capilla».
El maestro iba repitiendo sus composiciones una y otra vez de forma que 20 obras suyas fueron usadas en 72 ocasiones.
En 1800 hubo una epidemia de fiebre amarilla, que se llevó a tres mozos del coro: Plácido Cotán, José María Espinosa y Manuel de Jesús Martín.
Sus deudas con la Colegiata, 1328 reales en trigo y 3000 en efectivo, causadas por la crisis de 1804, debían ser pagadas poco a poco con rentas que le pertenecían hasta ser extinguidas.
Cedillos falleció poco después y fue solamente Isabel Pallares quien disfrutaría de los bienes.
Valdivia, como canónigo, poseía un salario estable y los olivarenses acudían al maestro para cubrir sus necesidades.