Al año siguiente se doctoró como el mejor alumno de su promoción con una tesis sobre El cólera morbus.
Enseñaba en forma práctica sobre cadáveres y por la pericia que demostraba en la disección obtuvo reputación como cirujano.
El 12 de marzo de ese año casó con Raymunda Josefa Rodríguez Palavecino (1803-1869), hija del español Manuel Mamerto Rodríguez y la porteña Ana Gregoria Lorenza Palavecino y Aguilar.
Fue encarcelado en febrero de 1839 aunque poco tiempo después fue autorizado a expatriarse.
En Río adquirió rápidamente prestigio como cirujano y se desempeñó eficazmente en la lucha contra la epidemia de fiebre amarilla que azotó la ciudad desde 1849.
Difundió en Argentina el uso de la anestesia general clorofórmica, que había empleado en Brasil.