[3] También en 1585 se convierte en jefe del taller familiar, en el que al menos en los primeros momentos y cumpliendo la voluntad paterna colaboró su hermano Martín Gómez el Joven.
[4] Pero, además, colaboró en alguna ocasión con Fernando Mayorga y con Bartolomé Matarana se repartió en 1587 la pintura del retablo del convento de San Francisco de Cuenca.
[5] En 1592, coincidiendo con el ascenso de su cuñado en el favor real, se trasladó con su familia a Madrid.
En 1593 fue nombrado pintor del rey, con sueldo de cien ducados anuales.
[6] En tal cargo pintó algunas historias de san Jerónimo para los claustros pequeños del monasterio y retocó los altares de las reliquias pintados por Federico Zuccaro, que no agradaban al rey.