[3] En la citada declaración como testigo en el proceso contra Jamete, Flugo refirió que tras abandonar a Tiedra este le amenazaba con denunciarlo ante la Inquisición si no abandonaba Cuenca o trabajaba para él, y «que el dicho Diego de Tiedra dixo a este testigo que si no se salía de Cuenca o trabajaba en sus obras que le había de hazer dar cien açotes porque este testigo avía dicho que Dios no era verdad».
[8] Corresponden a Flugo los dos relieves de la calle central, con la Resurrección y la Ascensión según estipulaba el contrato,[9] resueltos con corrección formal, particularmente notable en la anatomía clasicista del Cristo resucitado, sin nada en ellos que recuerde la gesticulación expresionista de Tiedra y otros maestros nórdicos.
[10] También en la catedral conquense se le ha atribuido desde antiguo una Virgen orante en alabastro sobre la silla presidencial del coro y, más recientemente, el relieve con Santiago en la batalla de Clavijo embutido en un caprichoso retablo rococó en la capilla dedicada al apóstol en la girola del templo, en el que habría colaborado con un Micael Ángelo, escultor, a quien se pagó en 1547 una pequeña cantidad por dos figuras para dicho retablo, y con Martín Gómez el Viejo, encargado del dorado y policromado.
[10] Muy abundante es la documentación relativa a obras perdidas, dispersas por toda la geografía del obispado de Cuenca.
[18] Con Esteban Jamete, con quien tenía suficiente confianza como para que este le mostrase un libro de Clément Marot en francés cuyos versos contra el papa y los frailes alguna vez cantaba, trabajó en la catedral de Cuenca, en la capilla del Espíritu Santo, según se desprende de sus declaraciones en el mencionado proceso inquisitorial, y allí escuchó comentarios sobre las ánimas del purgatorio hechos por un oficial de Jamete al que no denunció —como tampoco había denunciado los otros comentarios de Jamete, aunque sí le había recomendado quemar el libro— porque siendo Jamete familiar del Santo Oficio pensó que él ya lo habría declarado.