Juan Bautista Cabral

Desafiando la tropa enemiga, que se aproximaba cargando con bayonetas, Cabral desmontó y ayudó al coronel a incorporarse; los detalles exactos de la acción no se saben, pero en algunas interpretaciones, Cabral interpone su cuerpo como escudo entre las bayonetas realistas y San Martín, arrojándose ante ellas antes de que alcanzaran a su líder militar, lo que demostró su gran valentía y honor para salvar a quien luego sería nombrado General.

La leyenda, iniciada en una carta dirigida por San Martín a la Asamblea del Año XIII, le adjudica en su lecho de muerte la máxima «Muero contento, mi General, hemos batido al enemigo»: Según Mitre le fue concedido el grado de sargento post mortem, en mérito a su arrojo en la batalla.

Desde el jefe hasta el último soldado debían saludar esta inscripción cuando ingresaban al cuartel.

[5]​ La historia lo ha convertido en un héroe nacional, y existen numerosos monumentos erigidos en su honor: figura prominente en el texto de la Marcha San Lorenzo, obra de Carlos Javier Benielli y Cayetano Alberto Silva que expresa «Cabral Soldado Heroico, cubriéndose de gloria, cual precio a la victoria, su vida rinde, haciéndose inmortal.

Y allí salvó su arrojo, la libertad naciente de medio continente, honor, honor al Gran Cabral»; nótese que el poeta mendocino al anotar el grado del correntino pone genéricamente Soldado, evitando caer en el tema de la Sargentia Discutida de la que tanto han hablado Pedro Pablo Haas en su libro Cabral Sargento Epónimo, luego editado en 2004 como Cabral Soldado Heroico y el Profesor Horacio Fórmica en sus Trabajos del Congreso Sanmartiniano del Regimiento de Granaderos en 2013.

[cita requerida] También se encuentran homenajes en un tango de Manuel Campoamor, Sargento Cabral, que recuerda la hazaña.