En su juventud en La Habana, tuvo récord policial por carterista y vendedor callejero de marihuana; tenía el apodo Caballo Blanco.
Integrante de la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista, participó en el asalto al cuartel Moncada en 1953 y en forma destacada en la lucha revolucionaria después del desembarco del Granma en la Sierra Maestra.
Tras el triunfo de la revolución (1959) pasó a ocupar cargos en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).
Este tribunal lo integraban además los comandantes Guillermo García Frías, Sergio del Valle y Manuel Piñeiro.
Su legado va más allá de la lucha revolucionaria pues incursionó en el arte como escritor y como compositor musical.
Su obra abarca varos géneros: Calipso, Bossa nova, Fantasías, Beguine, Feeling, boleros, guarachas, sones, baladas, congas, así como música instrumental y de carácter patriótico-solemne.
Otros muchos títulos, como Decide tú, Tiempo ausente, Un beso de recuerdo, Hablo a tu corazón, Fue anoche, y Es soledad se encuentran en el repertorio de variados intérpretes, incluidos conjuntos recientes como Sierra Maestra y la Charanga Habanera.
Almeida trabajó con entusiastas directores de amplia experiencia tales como Eddy Gaitán, Tony Taño, Valdés Arnau, Ney Miguel Milanes, y el ya mencionado Osmundo Calzado.
Sus restos mortales fueron sepultados en el mausoleo del III Frente Oriental, en Santiago, junto a otros combatientes de la Revolución Cubana.