Varios musicólogos la consideran la destinataria más probable de la misteriosa "Carta a la amada inmortal".
[1] Josephine nació en 1779 en Pressburg (actual Bratislava en Eslovaquia), que en aquel tiempo formaba parte del Reino de Hungría.
Su padre era el conde Anton Brunsvik (Antal Brunszwick) y su madre la baronesa Anna, cuyo apellido de soltera era von Seeberg.
Los niños crecieron disfrutando de una educación impartida por profesores particulares, estudiando idiomas, literatura clásica y música.
Franz se convirtió en un distinguido violonchelista y las muchachas destacaban en el piano, sobre todo Josephine.
Josephine le respondió del mismo modo, aunque no se conserva ninguna de sus cartas propiamente dichas, sólo algunos borradores.
Algunos creen que fue concebida como el movimiento intermedio original de la tormentosa Sonata Waldstein Op.
53, descartada por su sensualidad en favor de una introducción austera e introspectiva para el rondó final).
Stackelberg, como extranjero de rango inferior y no católico, fue inmediatamente rechazado por los Brunsvik, preocupados por su estatus.
[15] Pero el punto final y la razón principal de la ruptura irreversible, fue la adquisición fallida de una costosa finca en Witschapp, Moravia, que Stackelberg no consiguió financiar y que supuso su ruina financiera total.
Tras muchos pleitos perdidos, disputas angustiosas y discusiones que dejaron a Josephine en un estado anímico desesperado, Stackelberg la abandonó.
Probablemente ocurrió en junio de 1812, supuestamente debido a un repentino ímpetu religioso, para encontrar consuelo en la oración y la contemplación piadosa.
[20] Josefina, sola y cada vez más enferma, contrató al cuestionable profesor de matemáticas Andrian [Karl Eduard von Andrehan-Werburg]... poco a poco fue cayendo bajo su carismático hechizo, quedando embarazada de él.
Stackelberg reaccionó escribiéndole una larga carta en la que le indicaba cuánto la "despreciaba"[22] y además acudió a la policía para calumniarla.
[21] Pero por si esta serie de incidentes traumáticos no fuera suficiente, le seguirían más sinsabores.
Josephine había solicitado un pasaporte para viajar al balneario alemán de Bad Pyrmont, pero finalmente no acudió.