[4] Se conocieron en otoño de ese año en Mödling donde Maurice dejó una impresión favorable en Ludwig.
108) ya estaban finalizadas, y se comprometió a entregar las sonatas en un plazo de tres meses.
En cartas al editor de 1820, ya hablaba de "Fertigstellung" (finalización); pero no está claro si se refería a conceptos, borradores o una copia que ya pudiera despacharse.
123 (que debería haber terminado en marzo de 1820),[9] descuidando así las otras dos sonatas.
110 en el verano del mismo año y en otoño se centró en la Op.
En comparación con la anterior, esta última sonata tuvo un periodo de corrección e impresión bastante largo.
111 fue llevada a cabo por Maurice Schlesinger en abril de 1823 en París y por su padre en Berlín un mes más tarde.
[15] Ries convenció a Muzio Clementi para que adquiriera los derechos para publicar ambas sonatas en Gran Bretaña[16] y Clementi las publicó en Londres ese mismo año.
Aunque a veces se vea eclipsada por la imponente Sonata Hammerklavier y la última, la Op.
Esta insólita composición, temáticamente dispersa al principio, es una obra grandiosa y profunda cuyo final fugado se inscribe en el más elevado arte para teclado.
Se abre con una idea suave y lenta de marcado carácter espiritual, que suena hipnótica, tranquila, coral e íntima.
Su entramado se compone de numerosos hilos pero en la superficie hay poca sustancia real, al menos desde la perspectiva del análisis musical.
El segundo tema es animado, pero en todos sus elementos parece estar en declive, expresando, tal vez el final de un viaje.
El desarrollo aporta cierta tensión y altera sutilmente la calma, pero sin afectar esencialmente al clima general de tranquilidad.
[22] El trío en re bemol mayor combina "saltos abruptos" y "descensos peligrosos".
[20] Termina con calma y desemboca en una reiteración modificada del scherzo con repeticiones, la primera de las cuales se omite para permitir un ritardando adicional.
Tras unos acordes sincopados, la breve coda se detiene en fa mayor (tercera de Picardía) mediante un largo arpegio roto en el bajo.
El Finale consta de un lento recitativo y arioso dolente, una fuga, un retorno del lamento arioso, y una segunda fuga que crece hasta alcanzar una conclusión afirmativa.
La parte central es sosegada y lúgubre, con un ambiente que recuerda a la oscuridad del Adagio.