Su acto más relevante como ministro fue llevar voluntarios armados desde las provincias a París.Servan también planteó darles instrucción militar y enviarlos a reforzar el ejército en el frente.Los monárquicos las percibieron como una amenaza, ya que se estaba llenando la capital de milicias antirrealistas.Por otro lado, los jacobinos, como Maximilien Robespierre, sospechaban que estos voluntarios de provincias pudiesen hacer frente a los sans-culottes.[3] Los agitadores radicales aprovecharon la ocasión y encendieron una serie de disturbios en toda la capital.Todos los miembros de la Asamblea nacional, incluido el propio Robespierre, les dieron una calurosa bienvenida.