Padre del también periodista Javier Bueno, su vida estuvo vinculada al semanario satírico El Motín y a finales de 1924, cuando la publicación estaba ya en clara declive, varios periodistas e intelectuales —como Gregorio Marañón, Rafael Altamira, Ramón Pérez de Ayala y Luis Araquistáin— se movilizaron para recabar ayudas para Nakens, consumido por las deudas.[3] De familia humilde y liberal, su padre fue perseguido por Fernando VII durante la llamada Década Ominosa (1823-1833) y participó en la guerra carlista del lado isabelino, en la que admiró al general Baldomero Espartero, cuyas arengas «de memoria se sabía».Según confesó Nakens, a los ocho años perdió su fe religiosa tras la lectura de El judío errante, aunque, según Manuel Pérez Ledesma, parece más creíble que esto se debiera a la influencia paterna que le transmitiría su odio al carlismo y a su aliado el clericalismo.[5] Se enroló muy joven y por necesidad, al haber muerto su padre, en el Cuerpo de Carabineros.«No es que en ese momento se creyera un poeta, ni siquiera un notable escritor; pero al menos había descubierto su facilidad para versificar y su capacidad para la sátira, dos rasgos de un estilo que ya no le abandonarían nunca».Tras la muerte de Ruiz Zorrilla en 1895, Castelar en 1899 y Pi y Margall en 1901, El Motín pasó a apoyar a Nicolás Salmerón, el único líder histórico del republicanismo español que quedaba vivo.Para ello Nakens convocó una Asamblea Republicana «con el exclusivo objeto de delegar en un solo hombre nuestros poderes: [Nicolás Salmerón]» que fue un completo éxito —aunque no por ello las ventas de El Motín aumentaron—.Se reunió el 25 de marzo de 1903 y allí casi dos mil republicanos acordaron crear un único partido (Unión Republicana) del que fue nombrado Salmerón jefe supremo, como propuso Nakens, quien pasó ocupar un cargo en la comisión directora.Pero, desilusionado, dimitió un año después del único puesto político que ocupó en su vida, y en 1905 se separó de Salmerón, ya que este se alejaba de una acción radical revolucionaria.La respuesta de Nakens fue suspender la publicación hasta que las garantías constitucionales no fueron restablecidas en 1899.En el juicio Ferrer Guardia fue absuelto pero Nakens fue condenado a nueve años de prisión.Todo ello le hizo ganar un prestigio y una popularidad que acabó obligando al gobierno de Antonio Maura a indultarle.Fue denunciado por un jesuita y condenado por ofensas a la moral católica, lo que constituía una auténtica sorpresa pues en los treinta y un años de vida de El Motín nadie había denunciado sus caricaturas.Respondió con la publicación de un Almanaque de la Inquisición que recogía autos de fe y láminas con las torturas que aplicaba el Santo Oficio, «ese monstruoso tribunal creado, apoyado y defendido por la Iglesia católica, para acumular riquezas, satisfacer venganzas e imponerse a los pueblos por el terror», como se decía en el Almanaque.[22] Sin embargo, El Motín empezó a perder lectores (unos seis mil entre 1911 y 1914).El Imparcial, por su parte, destacaba la entrega de «este hombre entero, rectilíneo, altruista y desinteresado».