Formar parte del Colegio era condición para poder ejercer la medicina en la ciudad.
[3] Su hijo Félix Perfecto Casalete y Avós ejerció la cátedra Prima de Cánones en la misma universidad.
[2] La importancia de Casalete estriba en su ruptura con el galenismo reinante en la medicina contemporánea, no solo en el plano teórico y doctrinal, sino sobre todo en el plano práctico y terapéutico.
Rechazó la sangría y desarrolló un sistema iatroquímico que se oponía a las teorías de los flujos humorales.
La oposición desde las universidades llegó a ser una campaña difamatoria contra Casalete y en 1683 se prohibió la enseñanza de sus doctrinas: «semejantes proposiciones no se podían leer ni en público ni en secreto, ni practicarse con buena conciencia; que sean ajenas de razón, temerarias y absurdas, que se debían prohibir por perniciosas a la práctica».