Cuando los ingleses arrasaron San Sebastián en 1813, quedó huérfano y lo acogió el sacerdote Juan José Zañola, párroco de Escoriaza, quien se dio cuenta de su natural disposición para la música y le dio las primeras lecciones.
Las continuó en Oñate con el organista Manuel Garagarza, destacando por su hermosa voz de tiple.
Estudiante incansable, aprendió trombón, violín, violonchelo, contrabajo y guitarra.
Hacia 1835 compuso cinco Misas a gran orquesta y una con acompañamiento de órgano.
Se trasladó a París en 1844, y allí estudió canto con el hijo de Manuel del Pópulo Vicente García, Manuel García, y dirección de orquesta con François-Antoine Habenek.