Hacia 1649 se trasladó a Roma, donde permaneció siete años iniciándose en la pintura al fresco quizá con un maestro como Domenico Maria Canuti que había perfeccionado la técnica de la quadratura decorativa iniciada por los hermanos Alessandro, Giovanni y Cherubino Alberti.
El conjunto del diseño tiene así un carácter muy festivo dentro de la tradición hispánica y no delata ningún influjo italiano.
En la portada, finalizada en 1725 y trasladada al pie de la iglesia del Carmen Calzado, sí se percibía algún detalle borrominesco, pero debido ya a otra mano.
Como pintor José Jiménez Donoso cultivó principalmente la pintura al fresco de carácter decorativo, a la manera del quadro riportato que había aprendido en Italia.
Los introductores de este género en Madrid habían sido los boloñeses Agostino Mitelli y Angelo Michele Colonna, traídos en 1659 por Velázquez desde Italia.
Aunque la parte mayor del encargo, al fresco y al temple, debió de asumirla Francisco Rizi, otros destacados fresquistas del momento participaron en ella, entre los que se cuenta Jiménez Donoso, a quien también podría corresponder la serie de los arcángeles pintados en las escalera.
José Jiménez Donoso compuso numerosos cuadros de altar, pero no parece que cultivara con asiduidad el retrato.