Sobre los primeros años de su vida son escasos los datos que se poseen.
Ese mismo año inició su amistad con los poetas e intelectuales jóvenes de la Generación de Vanguardia: Rafael Dieste —redactor jefe del periódico—, Augusto Casas, Correa Calderón, Fernández Mazas, Santiso Girón, Bal y Gay... colaboradores asiduos de El Pueblo Gallego y muchos hoy inmerecidamente olvidados.
Merecen ser destacadas las entrevistas la Otero Pedrayo, Margarita Xirgu o Colmeiro.
En 1935 era conocido como el periodista gallego en activo más importante de la época.
Las causas son muchas: la adhesión a la República y al galleguismo, la oposición al levantamiento militar de 1936, su juicio y fusilamiento, la dispersión de su obra literaria, que nunca llegó a recogerse en libro y el carácter efímero del núcleo más numeroso de su labor, el trabajo periodístico.
Tenía un gran predicamento en los medios galleguistas y republicanos, como prueba su amistad con Castelao, Bóveda y otros integrantes del grupo galleguista de Pontevedra, o la presencia junto con otros intelectuales republicanos de izquierda entre los colaboradores de la revista santiaguesa Ser, como Paz Andrade, Villar Ponte o Blanco Amor.
Su presencia en la alcaldía fue breve, pero aun así le permitió actuaciones aún hoy recordadas entre los más ancianos: gracias a sus gestiones entre los pescadores, conserveros y ayuntamientos del litoral, logró que se estableciera un precio mínimo para la sardina, uno de los problemas más graves con los que se enfrentaba la gente del mar de aquella época.