Bajo estas circunstancias, el rey, desconfiado y temiendo por su vida, mandó llamar a la ciudad a varios regimientos de guardias suizos y franceses.
El quebranto de este fuero, unido al temor que se extendió entre los parisinos de que se arrestara a los líderes católicos más destacados, contribuyó a la exasperación de los ánimos.
La jornada terminó con la muerte de 60 soldados, la victoria del duque de Guisa, que le permitió dominar la ciudad de París, y la huida del rey Enrique III, primero a Saint-Cloud, después a Chartres y Rouen y, finalmente, al castillo de Blois.
[4] En los Estados Generales convocados en Blois, el rey fue obligado a convertir el edicto en ley fundamental e irrevocable del reino.
[5] Enrique III sería asesinado al año siguiente por un miembro de la liga, Jacques Clément.