Comenzó sus estudios primarios en 1827 en la Escuela de San Francisco que en ese entonces se encontraba a cargo del padre franciscano José Rivero.
Mientras estudiaba en el colegio franciscano, Córdova no fue un alumno distinguido pues nunca se había destacado en ninguna materia por ninguna aptitud y según el historiador boliviano Alcides Arguedas (1879-1946), Córdova tampoco tuvo una formación moral durante su niñez lo que tiempo después le traería muchos problemas.
En la defensa, el general José Ballivián, quien se entera, reúne una pequeña tropa de rebeldes para hacerle frente a Gamarra mientras estaba en el Perú, decidió marchar hacia Bolivia a reunir tropas, pero se interpone en su camino su enemigo el teniente coronel Manuel Isidoro Belzu, quien derrota a Balliviá en la frontera boliviana.
Ballivián cambia de planes y decide combatirlo, pactando con Gamarra para que le ayude, mientras que Ballivián le ayudaría a Gamarra con la invasión a Bolivia; por otro lado, el mayor general José Miguel de Velasco enterado de los sucesos y tras los llamados de la gente y el congreso, se dirige desde la Argentina con su ejército, que lo complementa al llegar al sur luego al oriente, se dirige a Sucre donde lo proclaman presidente y se acuartela en Cochabamba, Ballivián haría lo mismo y se proclamó presidente en La Paz, mientras que el presidente en ejercicio el abogado Mariano Enrique Calvo estaba en Sucre, Ballivián desdañado por las promesas incumplidas de Gamarra, decide enfrentarlo, pero, al no tener sólo una tropa de novatos, busca la ayuda de su otro enemigo Velasco, quien ostentaba el seudónimo de el Gran Republicano, y para proteger a la República, le cede a Ballivián el ejército superior de veteranos que comandaba.
Esta medida fue bien recibida por sus opositores en el congreso tanto por los "Ballivianistas" (seguidores del expresidente José Ballivián) como así también por los "Linaristas" (seguidores de José María Linares) aunque en menor medida estos últimos.
Con este "Perdonazo General", muchos políticos que se encontraban desterrados y exiliados en el exterior por anteriores gobiernos, regresaron a Bolivia y hubo una alegría total en toda la sociedad boliviana que creían ver en el gobierno de Córdova un nuevo rumbo para la esperada pacificación del país y una vida tranquila sin revoluciones.
Creó también en cada departamento del país, cuerpos especiales con el objetivo de fomentar e inspeccionar las diferentes obras públicas que se realizaban.
El general Molina los alcanzó ahí y después de un breve combate con algunos refuerzos más que le habían llegado recientemente desde La Paz, logró aplastar fácilmente a los revoltosos en Pucarani.
El coronel Mateo Belmonte (principal cabecilla) logró escapar al Perú, pero muchos de sus jefes cayeron presos.
Para sofocar este levantamiento y pacificar Tarija, el gobierno mandó al regimiento de caballería "Húsares" (uno de los regimientos más destacados y prestigiosos del país por sus temidas actuaciones en batallas).
Una vez que el gobierno se constatara de estos levantamientos militares en diferentes partes del país, el congreso nacional declaró a la patria en peligro concediendo facultades y poderes extraordinarios al poder ejecutivo.
Las tropas gubernamentales se pusieron en campaña y lograron desbaratar muy fácilmente a estas primeras revolucionarias.
En cuanto a economía se refiere, Jorge Córdova continuó con la política proteccionista de su suegro el expresidente Manuel Isidoro Belzú, mantuvo el monopolio estatal sobre la minería a pesar del estancamiento de esta actividad.
Esto debido también al poco tiempo que estuvo en la presidencia (apena 2 años) además de las constantes conspiraciones golpistas y permanentes levantamientos militares contra su gobierno.
En el camino, Linares se encontró con algunas pequeñas fuerzas gubernamentales a las cuales las derrotó fácilmente sin esfuerzo alguno.
Y Linares, desde el balcón, habla al ejército y al pueblo:" Cuando el presidente Jorge Córdova llegó a la ciudad de Oruro, ahí se enteró de que Linares había partido rumbo a Cochabamba.
Pero una vez llegado a este punto, en vez de atacar, Jorge Córdova decidió dar descansó a sus tropas, pues sus soldados se encontraban fatigados, ya que habían caminado desde Sucre hasta Oruro y luego de Oruro hasta Cochabamba.
Junto a los generales que pelearon con los belcistas estaban Ambrosio Peñailillo y Gonzalo Lanza.
Meses después, desde su exilio en la ciudad de Arequipa, Córdova realizaría un manifiesto al pueblo boliviano refiriéndose a su derrocamiento de la siguiente manera: Según el historiador boliviano Alcides Arguedas, este afirmaría años después que la caída de Córdova fue fatal y solo confirmaría las predicciones que tuvo el expresidente Belzú sobre su joven yerno Córdova en el año 1855.
Horas antes de partir de viaje como embajador rumbo a Europa, Belzu les vaticinó secretamente a sus seguidores y les dijo lo siguiente refiriéndose al reciente presidente posesionado Jorge Córdova.