Le tocó vivir, y participar en «los tiempos de mayor apogeo del arte musical en Navarra»[1] donde, de una manera u otra, surgieron y concurrieron nombres como Emilio Arrieta, Hilarión Eslava, Julián Gayarre, Pablo Sarasate, Juan María Guelbenzu, Dámaso Zabalza o Joaquín Larregla.
Establecidos en la calle Compañía, se alojó con ellos, como huésped, un capellán, Antonio Astiz con quien Joaquín forjaría una amistad de por vida.
[7] En 1844, con poca diferencia de meses, fallecen sus padres cuando Joaquín tenía sólo 6 años.
Del matrimonio nacerá al año siguiente Fidel Maya Barandalla (Pamplona, 1859 - Gijón, 1918) que siguió una carrera profesional igualmente dedicada a la música.
[13] Con ella llegará a dar conciertos donde tomarán parte artistas navarros como Julián Gayarre, Pablo Sarasate, Juan María Guelbenzu, Dámaso Zabalza o Joaquín Larregla.