En esa zona abrupta se encuentra la cueva de Don Juan.
Durante la guerra civil de 1836 el pueblo y su castillo fueron defendidos contra los ataques del cabecilla Quílez.
Su economía está basada en la central nuclear de Cofrentes (convirtiéndolo en un pueblo urbanizado, donde predominan oficios del tercer sector), aunque antes fueron la agricultura y la ganadería.
Son el inicio de los últimos sedimentos marinos del Cretácico Superior.
Esta función de habitáculo que cumple la cueva se va reduciendo a simple cobijo temporal para pasar la noche o como refugio contra las inclemencias del tiempo por parte de pastores y cazadores.
Allí, tres personajes cristianos, protagonizaron una disputa por el reparto del botín que dentro de la cueva escondían los moriscos.
«La cueva es de don Juan Pacheco, que sus tropas la rindieron, y suyo es el botín» – decían otros.
Las continuas mejoras que se han ido realizando tanto en el acceso como en el interior de la cavidad, ha convertido a esta cueva en un hito turístico digno de ser visitado.
A todo esto hay que añadir una adecuada iluminación a lo largo de todo el recorrido y de las amplias salas que forman la cueva así como una agradable música ambiental.
Toda la visita está acompañada y explicada por atentas guías turísticas.