En 1292, Nicolás IV lo llamó a Roma para consagrarlo, pero, al llegar, se encontraba gravemente enfermo y falleció sin haberlo consagrado, por lo que fueron los cardenales del cónclave sucesorio los que realizaron el acto.Poco antes de su muerte, ordenó que el dinero destinado a sus funerales fuera repartido entre los pobres.Santiago de la Vorágine comenzó a escribir la Legenda aurea o Leyenda dorada en 1250 (el primer manuscrito aparecido es de 1260) y se dedicó a esta tarea hasta 1280.Su Crónica de Génova es un texto confuso y heterogéneo, pero no sin valor histórico.Hay otros escritos suyos disputados, e incluso perdidos; algunos han sido posteriormente descubiertos y reconocidos como suyos, como Arte de predicar, Resumen de vicios y virtudes, Sermones in visitationibus religiosorum, etc.