María Isabel de Braganza

La llegada de la princesa portuguesa a la corte de Madrid no fue fácil para ella: educada en un ambiente relativamente modesto y distendido en Brasil, tuvo que emprender un largo viaje en barco hasta España sin una dote apropiada y sin las pertenencias lujosas (vestidos, joyas) que se esperaban en una dama de su alcurnia.

El alumbramiento fue extremadamente laborioso: en un momento dado la reina perdió el conocimiento sin recuperarlo, y los médicos la creyeron muerta.

De la reina se conservan en el Museo del Prado diversos retratos en pintura y escultura.

Dado que la efigie es póstuma, diez años posterior a su muerte, el pintor hubo de basarse en otra pintura (un retrato en busto, de formato oval) debida a su padre, Vicente López Portaña.

El museo madrileño guarda un tercer retrato de la difunta reina, este escultórico: una estatua de cuerpo entero, debida a José Álvarez Cubero, donde ella posa sentada como una antigua matrona romana.

Retrato póstumo de María Isabel como fundadora del Museo del Prado [ 2 ]
Bernardo López Piquer , 1829, Museo del Prado
Busto de María Isabel de Braganza , obra de José Ginés ( Real Academia de Bellas Artes de San Fernando ).